sábado, 11 de abril de 2009

Desde Tomé


Si fuéramos libres seriamos menos pájaros.
Menos invierno, menos pequeño e insignificante.

De eso se trata de dejar huellas en la arena, de contemplar el reflejo de tu silueta en el pasto, de abrazar a un árbol en su centro, de fotografiar el centenar de hormigas caminando por sus ramas gruesas y cansadas.

(Y el amor: qué fue del amor en ese tiempo, dónde estaba su calidez, la ternura de los niños desparramados en el mar).

Siempre mire desde el cerro más alto, y vi a Tomé diminuto y hermoso.
Siempre me basto eso “la inmensidad” querer tocar el cielo azul, no perderme ningún rincón del ocaso.
Mirar el cementerio cubrirse de espesa oscuridad, ser la primera en escuchar a los grillos en la noche.
Beber la humedad del rocío cayendo imperceptible por mi pelo.

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