miércoles, 17 de junio de 2009

I

Qué seriamos entonces, sino fuéramos lo que nos hizo el tiempo, este caminar solos por los verdes paisajes de la nostalgia.

Cuando miro a un niño las estrellas caen en mis ojos, en sus ojos que controlan el universo.

Tantas palabras, tanto mar disperso, aun así se mueren de hambre los conejos.

Qué será de mi entonces cuando todo el bosque de esta tierra se extinga, qué será de mi al cerrar la ventana, o al lanzarme sin paracaídas, sin sueños.

Ahora comprendo que fue mi imaginación lo que me salvo, este otro mundo que me construí, este mundo amable y sincero.

1 comentario:

Ixbalanqué dijo...

Aun así se mueren de hambre los conejos...

pekitas y la eterna y fresca natura que nos desborda en el peligro...

a los niños hay que indicarles el camino para una vida respetuosa

saludos amiga